Estilo idílico huracán
Sueño con Nieves Merino Guerra
03- 06- 2011
Yo iba por unos caminos de campo, el lugar era muy verde, colinas y lomas de inmensidad agotadora. Había manejado mucho, la distancia era extenuante, debía parar en algún lugar para descansar, quizás una hostería, una cabaña de esas que se encuentran en algún pueblito, para dar cobijo al caminante y de pronto diviso en el horizonte, algo así como un castillo inmenso, podría tener cuatrocientos años de antigüedad por su arquitectura.
Estaba agotada pero debía llegar a este lugar antes que la noche cayera, al entrar en su pórtico principal, pude pasar sin problemas, fue impactante ver que este Alcázar no tenía techumbre, pero aún quedaban travesaños de madera gruesa, que iban enramados por toda la superficie del lugar. Miraba al cielo y quedaba fascinada por la cantidad enorme de lámparas colgando, había bombillas chinas de muchos colores, también cristal chandeliers, candelabros de bronce, lámparas de aceite, al carburo y de colgajos de lágrimas de todas las formas inimaginables.
Quedaba extasiada contemplando la inmensidad misma de un universo desconocido. Mi vista se detiene en la lámpara más sencilla de todas, pero de ella emanaba una belleza especial. Podía leer unas letras pequeñitas que decía: “estilo idílico huracán”. Yo jamás había escuchado ese nombre antes, pero me detuve a observar su diseño. Tenía un aro de bronce, que iba en movimiento como el universo y de su eje central había una chimenea de cristal en forma semi pirámide. Estaba absorta en su diseño, cuando sutilmente comenzaba su fieltro a encenderse, su luz, que hacía que su moldeado brillara intensamente y emanaba un suave calor a todo mí alrededor. Este cristal cobijaba con su luz, a un pueblo en movimiento, personas iban, venían, entraban y salían, todos ellos artesanos, esculpidores, orfebres, tallaban hermosa tablillas con mensajes como los rayos dorados del sol.
Me dije a misma me iré a pesar que en este lugar hay miles de cosas por descubrir, pero no tengo las energías para continuar. Dios mío, indícame que debo hacer, estoy cansadísima, solo quisiera dormir.
No me daba cuenta estaba caminando lentamente y comenzaba a descubrir un lugar donde habían muchos muebles de diferentes lugares de mundo distintos estilos, ornamentación Rococó, otros de corte romántico, algunos con diseño Nouveau. Mucha madera pintada con la sutileza de la tinta china. Todo era maravilloso pero estaba rendida y dentro de todos los muebles estaba esta cama Victoriana enorme, su esplendor me llamaba a descansar.
Decidí recostarme en ella, me decía a mí misma esto es una locura, es mi primera vez voy a dormir a la intemperie, pero me conformaba, el clima era cálido, aquí podría contemplar las estrellas hasta que me durmiera, cerraba mis ojos…
Estaba en esta cama maravillosa, pero no podía dormir. Estaba a punto de poner me a llorar, cuando a los lejos escuchaba una voz lejana. Me levanto y me dirijo hasta dónde provenía la voz. Mi gran sorpresa, fue descubrir era Nieves, mi mejor amiga, mi hermana, y me di cuenta ella estaba todo el tiempo ahí en la lámpara aquella llamada estilo idílico huracán, ella tenía un gran mensaje que darme, me abrazaba, y me decía: Todo lo que necesitamos mosquetera de la paz, es que encendamos nuevamente el cirial y entre tu yo podemos atizar una chispa nunca antes vista.
Ambas caímos arrodilladas, Nieves hablaba y decía: ésta es la luz que todos necesitamos para seguir el camino. Yo tomo el candelero con ambas manos y Nieves, pone sus manos sobre las mías. Ambas cerramos los ojos, murmuramos un rezo sagrado, y cuando abrimos los ojos nuevamente, la llama estaba encendida.
Patricia Araya