Tuesday, August 14, 2012

La poesía de Gabriela Mistral está viva:


Titulo: La Poeta de Coquimbo. Un tesoro por descubrir.

Tema: La poesía de Gabriela Mistral está viva:

Ensayo: Por Patricia Araya
2012

El material y la información depositados en este texto se refieren a la estadía de Lucila Godoy en Coquimbo; la trascendencia de este periodo significó para su obra, dando origen a la Ruta Patrimonial en la región.

«Toda su poesía está viva, porque los labios de Gabriela están besando el corazón del mundo». Fueron palabras que se dijeron, frente a féretro, en su recorrido hacia Montegrande.

Coquimbo reconoce a Lucila Godoy como poeta regional. La ciudad fervientemente necesita redescubrir, rehabilitar, reencontrarse con ella.
Ahora es tarea de proyectarla hacia el Bicentenario de nuestro país. Nos aferremos a ella, para realzar la Ruta Patrimonial que lleva su nombre; como identidad de la región y sentir el orgullo de saberla nuestra.

La pregunta es:
¿Se puede atraer la poesía de Gabriela Mistral, a eventos modernos, tanto alegóricos como trágicos; para ensalzar o mitigar con sus palabras tales eventos y encontrar en su regazo poético la reconciliación del humano, consigo mismo y con los demás?

Quien nos entrega parte de la respuesta es ella misma, uno de esos poetas que llevan un mundo interior inmenso, profundo, el cual les dicta espontáneamente la ley de la belleza externa y donde la fantasía, el pensamiento, la sensibilidad física y espiritual forman una sola y misma cosa con la emoción, siempre palpitante, de vivir en medio de un misterio sagrado e indecible

En Coquimbo, en los periodos específicos comprendidos entre los años 1904 y 1914 es donde comienza a cristalizarse, como poetisa. Fue en esta ciudad donde aparecen en el periódico EL Coquimbo, La Voz de Elqui, y otros, bajo la firma de Lucila Godoy más seudónimos: Alma, Soledad y Alguien, los primeros artículos publicados en un segmento llamado “Lectura Amena”
En un periodo correspondiente a diez años se pudieron recopilar 37 textos pertenecientes a ella donde se consignan: cuentos, prosa,  prosa poética, cartas y poemas y algunos artículos relacionados con la educación primaria obligatoria y sus leyes. Cabe destacar entre año 1904 y 1905 fue el periodo en donde más colaboraciones presento Lucila Godoy al periódico siendo estos los años adolescentes de la poetisa.
En estos primeros años se ve la evolución clara en el trabajo creativo, en su proceso de temática, orientada a experiencias dolorosas muchas veces trágica que denota una experiencia personal de igual índole. Esta serie de escritos son van situando geográficamente enmarcados donde se va desenvolviendo la maestra.
Cabe recordar en 1902, a la edad de 11 años escribe el poema “Tus Suspiros” denominándose en aquella oportunidad María Lucila Godoy A.

“Me encontraba en la pradera
Pensativa, triste, sola…”

Ya, para comienzos 1904, cuando aparecen agosto de ese año en el periódico “El Coquimbo” se firma L Godoy A. Seria el comienzo de buscar  y alejarse  de su nombre en busca de su identidad como escritora. Hasta el día de hoy se manejan teorías que no han tenido una respuesta clara. Muchos estudiosos concluyen que Gabriela no cambiaba su nombre para borrar el de pila sino para encontrar dentro de ella misma una proyección futura.
En diciembre 1904, de ese mismo año, se hace llamar Soledad que mantiene hasta 1905. La mayor parte de ese año incorpora sus apellidos completos y luego le hace pequeñas variantes: Lucila Godoy y Alcayaga, con “y” griega pero también con  “i” latina, como Godoy i Alcayaga; ya para fines 1905, hace un nuevo cambio por sus iniciales. L.G.A.
En 1906 comienza a llamarse Alguien, en la Voz de Elqui, aunque a veces sigue usando sus apellidos. En Mayo 1907 usa el seudónimo de Alma, en el periódico “Penumbras”, nombre que usara en todos los textos restantes que publicara en este medio hasta agosto 1908.

Se dice que ella usaría por primera vez su nombre Gabriela Mistral en los Juegos Florales cuando presenta a concurso con sus poemas «Sonetos de la Muerte» pero documentos en las arcas del Museo de Vicuña, avalan que eso no fue así. Fue específicamente el 23 de julio de 1908, la joven maestra envía una colaboración con el titulo « Del pasado», donde utiliza el seudónimo oficial de Gabriela Mistral. Otros estudios avalan que fue el 10 de junio 1908, en el diario La constitución de Ovalle donde publica su poema “Rimas” y usa el nombre de Gabriela Mistral por primera vez, luego lo vuelve a usar en el mismo periódico el 11 julio, pero con un cambio ahora escribe Mystral con una “y” griega, al enviar otro articulo usa nuevamente el nombre Gabriela Mistral, esta vez en el diario El Coquimbo, el 23 de julio, 1908. Pasara un buen tiempo, donde repasa, estudia, cavila, modifica  sin decidirse. En 1911, en el diario de Antofagasta, altera el nombre en dos ocasiones más. Gabriela Mystraly o Gabriela Mistrali.
En la Aurora de los Andes volvería a su nombre usando solamente, Lucila Godoy. Después de esa fecha comienza a usar su nombre universal Gabriela Mistral. Fueron diecisiete variantes que se han encontrado a su nombre, y quizás hasta dieciocho veces porque en su poema el “Navegante” del diario El Mercurio de Antofagasta, no se sabe si por error o porque ella lo hizo a propósito, se encuentra ese poema con el nombre Aníbal Godoy Alcayaga. ¿Seria un error como dejó entrever el diario, al día siguiente?
Nos podemos hacer mil conjeturas, y nunca en plena realidad poder saber el verdadero motivo. Hay que recordar que en la edad que todo esto sucedía  eran sus años adolescentes, donde se busca la identidad como persona.

¿Porque no mantuvo su nombre Lucila Godoy? Y busco diluirse como agua en una acuarela, en una gama de diferentes nombres
¿Con sus seudónimos quería esconderse, o encontrase a si misma nueva?
¿Ya tenia la visión de pintarse un personaje importante en el mundo literario?

Todas estas son interrogante que estarán latente en el aprendizaje de nuestra poetisa, escritora, maestra, Gabriela Mistral, lo importante es darle un cariz lo mas acertado posible, y ser cuidadoso en lo que se escribe de ella para no crear una imagen equívoca; después de todo, no hemos aprendido a conocerla en su totalidad; cabe recordar ella dejó un antes y un después, en su recorrido literario. La parte de la infancia y adolescencia hasta su primer viaje a México la podemos manejar con mayor precisión; pero la escritora viajera demarca un después prácticamente desconocido. Este texto tiene por objeto realzar a Gabriela en la etapa fundamental de vivencias en su región natal, aunque es difícil no mencionar su periplo por el mundo.
Gabriela Nace a fines del siglo XIX, donde predomina la corriente literaria romántica, con influencia  naturalista, modernista con un fuerte tinte americanista. Al revisar la lírica de la prensa coquimbana de la época domina sin contrapeso los temas de amores frustrados, como amores masculinos, no correspondidos donde sobresalen los temas de despecho, rechazo y no un mal del alma como los jóvenes románticos europeos.

El los años que Gabriela llega a Coquimbo, en esta cuidad habían muchos diarios, en sus páginas daba el espacio a los escritores de la región.
Habría que añadir como dato histórico cultural la gran cantidad de diarios de la época, entre ellos El Coquimbo, La voz de Elqui, el Tamaya, La Reforma, La Constitución y Penumbras. Es increíble pensar que en ese periodo había menor cantidad de personas pero la afición literaria tenía más convocatoria. La abundancia de los medios impresos actuaron en beneficio y como plataforma para que Gabriela pudiera publicar entre los años 1904 a 1909, sus textos en seis medios locales de la región.
Entre las temáticas además de los amores frustrados se podían encontrar textos con amplias muestras de nacionalismo destacando las fechas conmemorativas de batallas o de luchas conmemorativas como la Guerra del Pacifico donde Coquimbo tuvo destacada relevancia en participación.
Podría haber estado influenciada por los escritores y poetas locales, pero no; se ve claramente la rareza, lo distinto, a pesar de su edad, en la temática. Es aquí donde se podría encontrar la manifestación primitiva en su obra, la ausencia, la soledad, que pudo haber tenido el detonante en el abandono de su padre en su infancia.
Ya en un escrito hecho a los 16 años de edad se encuentra este poema para el álbum de Lola  surge una Gabriela escéptica y llena de suspicacia.

Yo no puedo cantar porque no brota / el verso ya de mi alma entristecida /
¿Quiéres que vibre el arpa que esta rota? / ¿Quiéres que cante el alma que esta herida?/ murió la inspiración, tan solo el llanto /…

En este poema deja ver claramente, no es la soledad, no es a tristeza de hacer versos tristes, es ella, embargada por la tristeza. Ella vive los temas radicalmente, el amor fatal, el destino ciego, la soledad, el ensueño, el silencio. Incluso emplea el motivo del terror, inexistentes en los escritores  locales, en el poema “Espejo Roto” en  el diario de Coquimbo, en 1905
En el texto Ensoñaciones, escrito para La voz del Elqui, el 29 de septiembre 1905, emplea el color local, la valorización del suyo propio

“Me aleje del turbión humano y llegue a esa playa amada: La soledad
La algarabía mundial fue perdiéndose poco a poco en las fronteras del silencio”

En este periodo ella es diferente se aleja de los demás y vive para si tremendamente el dolor, la tristeza, soledad y el silencio. Mientras los demás escribían acerca de la escritura romántica como moda literal de su tiempo ella la vive intensamente. Además de escribir del dolor en carne viva llama tremendamente la atención cuan prolifera es su escritura en este periodo, no hay nadie, ningún otro autor que se asemeje si quiera a toda la creación que tuvo ella en sus años adolescentes. Antes cumpliera los veinte años ya se podían contar más de ochenta y cuatro artículos a los periódicos, no contando que ella geográficamente no conocía más allá del valle del Elqui.
Además de no contar más que con la educación que tuvo en los cuatro años donde su hermana Emelina le diera en su escuela de Montegrande.
A sus quince años ya comenzaba a generar polémica y tanto detractores literarios como fervientes defensores que lograron ver en ella su gran manifestación literaria, supieron dar un apoyo constructivo a la joven, que tomaba la región en una suerte de tormenta, en un lugar donde se carece de ellas.
En Coquimbo, donde Gabriela es figura en la Antología «Literatura Coquimbana » de Carlos Soto Ayala, en la cual éste le dedica un breve estudio y selecciona tres prosas poéticas de su autoría: «Ensoñación», «Junto al mar» y «Carta íntima». En su introducción en esa oportunidad dijo: “una mujer puede destacarse por su hermosura, por su linaje y por su talento. La mayoría optaría por las dos primeras cualidades. Nosotros acá en Coquimbo destacamos el talento. Tenemos la mejor representación, en la Srta. Lucila Godoy”.
Todo sucedía en su permanencia en estas tierras de cantera fértil. Ella se enamoraba de un modesto empleado de ferrocarriles llamado Romelio Ureta, que, por causas desconocidas se suicida al poco tiempo. Un hombre mediano de estatura, de bigotes, vestido con zapatos de charol. Llegaba a Coquimbo, la poetisa, caía rendida al amor. Alguien se fijaba en la joven. Fue Romelio quien robaba los primeros suspiros adolescentes de Gabriela.

Laura Rodig, amiga de Gabriela en notas de un cuaderno escribe: «De aquella escuela campesina de La compañía, Gabriela paso a otra fiscal, a La Cantera, pero antes, hacia el 1907, conoce al que fuera el gran amor Romelio Ureta, de 22 años, cuando ella tenia 18»
Según Edward Matte: ejerció una ayudantía, en una escuela, 1905, por primera vez en La Compañía, después desempeño igual cargo en La Cantera, un caserío blanco que se divisa desde el camino que une Coquimbo con La Serena. Corría entonces 1907, fue durante su permanencia en La Cantera se desarrollo un idilio de intenso romanticismo, vicisitudes, congoja y lagrimas coronadas con los Sonetos de la Muerte, que mas tarde le abrirían las puertas de la fama. Mucho se ha hablado del comienzo y el desventurado idilio con Romelio, pero mas que amarla él, él fue amado por la tímida maestra. Fueron muchos los textos y muchos los escritores que escribieron este específico evento en la vida de Gabriela. Cualquiera sea la verdad  de lo acontecido, un momento luminoso, cruza el destino de Gabriela; el amor de aquel joven, le inspiro, y la herida que le causo su muerte, pueden considerarse el germen de todo lo que ocurrió después incluso, el Premio Nobel de Literatura.
Fueron muchos los lugares que acogerían a esta viajera a lo largo del país. Ella iba encadenada de corazón a las montañas del Elqui y en su marco geográfico dentro de Chile recorrió, de norte a sur, de este a oeste, en cada lugar iba dejando estela de un recuerdo imborrable, comienza una vida itinerante llevándole a diversas escuelas del país.
En el museo en Vicuña para resguardar su obra, esta el libro llamado «Gabriela En Coquimbo», y «Gabriela en la Serena», donde se haya las publicaciones, ella enviaba a los diarios de la región.

Coquimbo ciudad puerto privilegiado por las bondades de su costa se espacia entre el mar pacifico y la virgen milagrosa de Andacollo; entre la hermosa e histórica cuidad de La Serena y por los valles bañados de sol de Ovalle. Tierra abrazada por un mar apacible se identifica por sus historias de piratas y corsarios, también se enorgullece de asir para sus arcas a una poetisa en quilataje tan esplendoroso como encontrarse con un tesoro escondido. Su nombre; Gabriela Mistral.

En el año 1922  El Instituto de «Las Españas» de Nueva York, por iniciativa de su director Federico de Onís, publica la primera obra maestra de Gabriela Mistral: « Desolación». Esta seria la puerta que se abriría al mundo.
Mujer escritora, lo hacías tan bien como los hombres, peleando un lugar, un espacio en la letras. El mundo te invita y eres reconocida como mujer, poetisa, valorada en muchos lugares. Tu obra es amplia y se difunde. Recibe la noticia en Petrópolis, Brasil; escuchando un programa radial; habías sido galardonada con el Premio Nobel. Tiene 56 años de edad. El día 18 de ese mes se embarca para Estocolmo en el vapor sueco, Ecuador.
En 1945 recibes el Premio Nobel de Literatura de manos del monarca sueco. En esa ocasión declara:
«Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana America Ibera para honrarla en uno de los muchos trabajadores de su cultura. El espíritu universalista de Alfred Nobel, estaría contento incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural del hemisferio sur del continente americano, tan poco y tan mal conocido»

La  primera  residencia de Gabriela Mistral fue en México, invitada a colaborar con la Reforma Educacional Mexicana, y termina con una despedida solemne: cuatro mil niños de las escuelas cantaron sus rondas, en el Parque de Chapultepec, frente al castillo de Maximiliano.
Ahora la vagabunda ampliará el círculo de sus andanzas e irá por el Viejo y el Nuevo Mundo, de una en otra ciudad.

El verbo hecho poema, su poesía convertida en ave atravesando fronteras de idioma, dejando caer dolor y amor  sin barreras en Desolación, surcando todos los mares. Tala. Toda su poesía, hebras tejidas en una alfombra disecada como uvas al sol. Lagar sus pasos allende de los Andes; donde insinúas que la vida es, nada más, que un misterioso peregrinaje que nos lleva a la muerte.
Poetisa de los niños escribe:
«…Los ríos son rondas de niños/ jugando a encontrarse en el mar... Las olas son rondas de niñas, /jugando la tierra a abrazar... »
« Dame la mano y danzaremos; /dame la mano y me amarás. /Como una sola flor seremos ».

«La poesía es en mi, /sencillamente, como un regazo, / un sedimento de la infancia, / sumergida»…

Lucila Godoy, la misma, con santa paciencia queda en el imaginario colectivo detrás de un escritorio de escuela rural. La preceptora, como se hacían llamar los educadores de la época; quedaste «voto supremo de apacentar los hijos ajenos»
Maestra rural, en todas las formas reconocible poetisa a seres pequeños, de siete años, recién yendo al primer grado de colegio. De su obra se recoge su amor por los pobres; como la primera poesía deben aprender los niños de memoria. Los días de invierno llegan a ellos atravesando el río caudaloso de su poesía. Llueven a cántaros sus versos. Todos los niños sacando sus zapatos y atravesando por el agua pura de su pluma. Al otro lado secando sus pies de niños en este poema.
«Piececitos de niño, azulosos de frío, / ¡cómo os ven y no os cubren, /Dios mío! / ¡Piececitos heridos por los guijarros todos, ultrajados de nieves y lodos! »

Nos muestra el dolor, lo cultiva, en la búsqueda desesperada de sacarlo de su existencia. De su libro Desolación dice:
«Dios me perdone este libro amargo y los hombres que sienten la vida como  dulzura me lo perdonen también.  En estos cien poemas;  queda  consagrado un pasado doloroso, en el cual la canción se ensangrentó para aliviarme.  Lo  dejo tras mí como a la hondonada sombría y por laderas más elementales subo  hasta las mesetas espirituales,  donde una ancha luz caerá sobre mis días.  Yo cantaré desde ella las palabras de esperanza... » 

En permanencia por más de 30 años fuera de Chile viaja por el mundo y por Estados Unidos, visitando y residiendo en varias ciudades de Norteamérica  entre ellas, Nueva York. ¿Como no imaginar ese paisaje idílico, natural del la ciudad capital del mundo? La foresta caudalosa, en sus lagos reflejada su sonrisa, deben haber sido amigos, oídos caracolas de mar, acompañando a Gabriela en sus caminatas en Central Park recordando su tierra natal.
Podemos imaginar a Gabriela, en El Museo de Arte Metropolitano; debe haber recibido su presencia más de una vez y en su cima, tejado, desde donde se aprecian la copas de los árboles; la mirada de Gabriela contemplando el Parque Central, una mariposa desde alturas, inundada de recuerdos coloreando en su imaginación; el Valle de Elqui en otoño, perdida en los tonos, tierra, amarillos, rojos, verde claro y oscuro, color vino tinto de su tierra.
Los asientos del parque recibiendo su cuerpo de mujer de salud inestable, allí en los mismos asientos fueron quedando sus poemas como los cientos de  recuerdos de los muchos volaron hasta allí, algunos hecho polvos por malas manos, sus nombres deletreados entre a la madera húmeda, tallados por el llanto, de los seres queridos, que quedaron atrás; dolor de los miles perdieron la vida, en los atentados del 11 de Septiembre, a las Torres Gemelas, unidos a todos los 11 de septiembre que fueron; va acoplados en
ellos, a esta alma vagabunda que paso declamando sus poemas por esas tierras y se quedaron sus versos flores rojas, acunando tanto dolor. Voz dormida para siempre sobre la copas de los árboles; sumida en sueño eterno, con la libertad que le concedió Dios para subir al cielo.

En honor a su recuerdo y a las victimas de aquella tragedia:
Malas manos tomaron tu vida...

«Malas manos tomaron tu vida desde el día / en que, a una señal de astros, dejara su plantel / nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él.

Y yo dije al Señor: "Por las sendas mortales / le llevan, ¡sombra amada que / no saben guiar! /¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales /
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!

¡No le puedo gritar, no le puedo seguir! / Su barca empuja un negro viento de tempestad. / Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor.

Se detuvo la barca rosa de su vivir... / ¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?/ ¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor! »

Se encaramó por literatura cual majestuosa enredadera afirmándose con todos los vástagos nacidos de su seno, con ellos iba escalando montañas, cavando canteras, y con su poesía, subíase cual cabra a la Estatua de
Libertad. La respiración agitada, jadeante, como toda libertad cuesta arriba, por la escalerilla verde metálica, por el interior de su falda, por los recodos de su útero bronce, sintiéndose como ella, extrajera, pero viviendo sus libertades.
Acá en la Cantera se quedo marcada la ruta, se quedaron los primeros suspiros de amor, sus versos, artículos al diario de la región de Coquimbo, la escuelita de adobe y su recuerdo. El mar de Coquimbo no pudo mecerla más tiempo, no fue suficiente sus aguas hamaca, ni su brillantez azulada, tampoco el cacharro Diaguita sacado de la madre tierra y le dejó ir antes, enfermera de enojos. La sinuosidad de los montes y coloridas flores marcaron su camino. Por la puerta del sol y las montañas se fue viajera por el mundo entero.

Si no supiéramos has muerto, Gabriela, diríamos que aun vives y está  aquí, seguimos recibiendo el vaho, regadío de tu alma, aun podemos imaginar verte trepando la Cruz del Tercer Milenio, por su interior, en los rezos, en la Biblia, en corazón del amor de Jesucristo, en el abrazo protector la cruz da su pueblo. Debes contemplar el camino desde allá arriba, la huella, la ruta, nos dejaste pradera de recuerdos. El camino demarcado por los metros de tu poesía.
Allá en la lejanía vienen bajando desde las montañas los ríos de su canto; la mar tranquila de Coquimbo espera su llegada y los cerros siempre jugando las rondas de Gabriela, bajo el sol y la danza de luz de luna en el mar, son la característica de este bello trozo de tierra. La poesía de la vate llueve a raudales sobre las casas incrustadas en los cerros, perlas luminosas, en la noche tranquila de este lugar. Vienen bajando los ríos y en ellos viene la fuerza de la montaña, el magnetismo, plata liquida, coincidiendo con ella; la maestra; es la montaña la que renueva la fibras del alma, cuando se esta en depresión espiritual y es la montaña que llama cuando uno anda perdido en otras tierras y es de la montaña desde donde emana el agua que devuelve la vida.
Dios creando al mundo se dio cuenta, quedaba en su olla divina, un poco de todo, remanente cuando terminaba su creación, sin mediar pensamiento alguno dejo caer sobre esta maravillosa tierra, un quilt hecho de retazos de su amor. La tierra le vio nacer, tenía cordillera, mar, ríos, lagos, islas, desierto, campos de hielo sur, gentes gallardas y belicosas y niñas  jugando a la ronda con una maestra de escuela contemplando la escena.

Ahora temple silencioso sigue en Monte Grande saciándose de su basta inmensidad, va, viene, se devuelve  para adentrarse en los valles sinuosos y perderse en su energía reconciliadora. Agradecida del río de ternura de su valle; se arropa, serena, en plenitud de una mujer amada, poetisa más allá del Premio Nobel. La energía divina en toda su potencia abrasadora, traspasando su alma y quizás sin saberlo, ella arroyo donde Dios aunó en palabras su amor divino.
En Coquimbo aun tenemos la casa habitación, cobija en su estadía en esta tierra amable, sencilla. La casa de adobe pintada con cal, despedazada por el tiempo. En su jardín las hojas secas descrito su paso, va majada la  huella de la Mistral. La casa cerca de una escuela antigua, junto a la iglesia San José, barrio histórico de Las Compañías.
En Coquimbo diste el comienzo a tu vida literaria y al valle viniste a terminar en tu última morada, donde continúas viajera eterna.

Llevara años a los estudiosos adentrarse en el caudal poético. Seguiremos abriendo las urnas que nos han llegado desde Estados Unidos, cuan piratas a su tesoro. Estamos en comunión contigo, ni viñas, ni olor a pueblos, solo te espera el gran aventuro.
Y como dijo ella misma en su poema La Extranjera: « Vivirá entre nosotros ochenta años, / pero siempre será como si llega».

La Cantera, se queda la calle, villorrio cercano a Coquimbo donde se le vio caminar hacia el estrellato. Nada nunca estuvo preparado por esta ciudad, simplemente, le recibió, se dio, le sigue sin saberlo, casi en el mismo misterio que le llevó a ser a Gabriela una estrella más, bajos los cielos nítidos de Coquimbo.
«No te asuste naufragar que el tesoro que buscamos, capitán, no está en el seno del puerto sino en el fondo del mar».
Coquimbo dice: ¡Vamos el tesoro esta aquí! Busquemos en toda la costa de Chile hasta que llegue a Guayacán.
« En costa lejana / y en mar de pasión, /dijimos adioses /sin decir adiós.
Y no fue verdad / la alucinación. / Ni tú la creíste / ni la creo yo,
y es cierto y no es cierto /como en la canción. / Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo: / «Vamos hacia el mar/ que devora al Sol».

No es un adiós, sino un redescubrimiento con la flor del valle, flor de la raza de todos, maestra, viajera incansable, mentor de muchos, abuela para otros, madre de las madres.
¡Su poesía esta viva! Esperemos su Almácigo de estrellas bajo los cielos de Coquimbo.
Lucila, Gabriela, Mistral, en las arcas de Coquimbo dejo tu dulce evocación…
¡Gracias poetisa, chilena a rabiar!













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Piedra de Sol

Carta de Amor y Paz.

Carta de Amor y Paz.

Mi querido Hamit,

Recuerdo la primera impresión el día nuestros caminos se juntaron, fue tan preciso el momento, tan como predestinado que me parece increíble que haya sucedido así como sucedió. Yo iba por la calle de prisa a casa, en mis manos llevaba un libro y dentro de este, las cartas había escrito a mi padre contándole los últimos acontecimientos de mi año escolar. El libro se desprendió de mis manos como un pájaro sediento de libertad y ahí estabas tu tan buen mozo, con una mirada penetrante viniendo de tus ojos negros. Ambos en cuclillas recogiendo las cartas; tu sonriente diciendo, ¡cuantas cartas de amor, como quisiera ser yo el afortunado! Tímidamente explicaba eran para mi padre, tu escuchando con mucha atención.

Fue una sorpresa habíamos estado en el mismo liceo los últimos tres años sin nunca habernos encontrado antes. La fecha de nuestras respectivas fiestas de graduación se venía encima, sin tener consorte ni dama para la fiesta de gala.

Ese encuentro marcaría el comienzo de una vida juntos. En la fiesta nos dimos cuenta que el amor florecía.

Los recuerdos regresan ahora a ese momento y te vuelvo a ver con esa hermosa mascarilla que tendría por discurrir, tú igualmente efusivo buscando interpretar en algunos de mis gestos quien era, y porque no nos habíamos encontrado antes.

Era nuestro primera cita y nada podía presagiar los acontecimientos se vendrían sobre nuestras vidas. El baile no se hizo esperar y tu te mostrabas reflexivo a ratos, otros divertido, serio y también nos encontrábamos tímidamente mirándonos a los ojos.

Me sentía contenta, y en un momento llegue a escuchar una voz me decía que tu eras el hombre de mi vida.

En la puerta de mi casa cuando nos despedíamos nos dimos cuenta que nos habíamos confidenciado nuestras procedencias y hubo tal algarabía que mi tía Abby había escuchado nuestras voces hablar, reírnos, haciéndonos silenciar por lo tarde que era. Yo te dejaba saber que había llegado desde Israel a los once años a vivir USA, dejando atrás a mi padre. Tu por tu parte decías habías venido a vivir con unos familiares a al edad de nueve, dejando también a tu padre en Cisjordania. Éramos circunstancialmente enemigos. Nos reímos, pero en ningún momento sentimos que lo éramos. Estábamos ya tantos años en un país libre, en paz que nos parecía todo tan lejano; excepto que aun teníamos nuestros seres queridos en la zona del conflicto.

Amor mío creo que todo se volvía más incrédulo cuando mi padre decía conocer al tuyo, y daba los detalles de lo ocurrido. Por tu parte tu recordabas a tu viejo llegar contando historias de un amigo inseparable del otro lado de la frontera, un Israelita, y eso te daba un temor que no pudiste olvidar.

Nuestros padres se habían conocido durante la guerra mas cruenta entre Israelíes y Palestinos, y por esas cosas de la vida a ambos les gustaba beber vino, y la cantina en la frontera no se hacia esperar y dentro habían creado una amistad que sobrepasaba las barreras del odio, la guerra, y habían hecho un pacto de hermanos. Ellos soñaron en sus tertulias, vivir libre, en paz, y en el amor de la hermandad. Mi padre contaba que se iban hasta la puerta del bar abrazado, cantando y al pasar al otro lado, ya afuera, se desprendían el uno del otro en lágrimas, prometiendo nunca disparar el uno en contra del otro.

Aquí estamos amor mío, con tres hijos, y una nieta maravillosa viviendo un sueño que nuestros padres jamás pudieron ver posible.

Mi querido Hamit, no me arrepiento de nada solo fuimos cómplices de haber vivido en Amor y Paz. Los momentos tristes son saber que no podremos caminar por la tierra que nos vio nacer ni llegar hasta la tumba de nuestros padres; pero si rezar, ver que la paz es posible si solo pudiéramos soñar y amar y que ese amor traspasara todas las fronteras posibles como lo hicieron nuestros padres que nos trastoco la vida nuestra por siempre.

Amor mío no me equivoque en escuchar mi voz y en este momento que escribo, vuelve tu rostro como la primera vez, incrédula de lo que me estaba pasando, nunca llevaste máscara alguna, pues aun percibo tu imagen antigua con la nitidez de un amor insoslayable.

Tuya, Nahali

Patricia Araya

He Nacido: Have Been Born

He Nacido:

He nacido en el jardín de la creación
donde la rosa fue mi madre
donde la raíz fue una estrella.

He aprendido a caminar en el universo,
donde las reglas las puso la existencia
donde el juez final, es la muerte.

Me he dejado plantar semilla,
en la inmensidad del amor
donde el milagro ha nacido.

He visto crecer la vida vertiginosa,
donde se quedo prendida en un segundo
donde la memoria del tiempo me persigue.

He aquí brillando con luz propia
donde voy alumbrando con luz de luna
donde soy reminiscencia de mi padre sol.

He dejado huella como lucero
donde van orbitándome todos mis pasos
donde mi descendencia va tras mi universo.

He nacido creada a semejanza
soy árbol destino en constante evolución
en sus hojas va descrito mi espíritu.

He perdurado en el jardín de la creación
donde en toda su esencia y en toda su magnitud
el verbo se hizo voz, llamándome “MUJER”


I have been born:

I have been born in the garden of the creation
where a rose was my mother
where my roots were from a star.

I have learned to walk in the universe,
where the rules were made by existence
where the final judge is death.

I have let myself plant a seed,
in the immensity of love
where a miracle has been born

I have seen life grow vertiginous,
where it remained caught in a second
where the memory of time stalks me

I have been here shining with my own light
where I’m illuminating myself with moon light
here, I’m reminiscencing of my father sun.

I have left a trail like a morning star
where they're orbiting my steps after me
where my descendants go after my universe.

I have been born created in image.
I am a tree of destiny in constant evolution
on my leaves are written pages of my spirit.

I have lasted in the garden of the creation
where in all its essence and all its magnitude
the verb was spoken, calling me a “WOMAN”

Copyright © Patricia Araya

TU SILENCIO HA DEJADO HUELLAS

Tu silencio ha dejado huellas
como el agua dibujó carne viva en la montaña,
cae torrentoso calando mis profundidades
es cascada en blanco, sombra y dolor
cayendo desde la cima altanera
hasta el ruedo de mis pasos simples,
mientras solo puedo contemplar
un caballo negro reluciente, altivo
solitario, pastando, alimentándose
sobre mis anhelos envejecidos.
Tu silencio ha dejado huellas
sombrea el paisaje como nube pasajera
mis recuerdos envueltos
en musgo, regados gota a gota
por la humedad de una mirada lánguida
sin saber tu silencio ha dejado huellas
se arraiga cansado en mi piel reseca por el tiempo


Copyright © Patricia Araya


PLANTEMOS POESIA, PLANTEMOS CUENTOS, PLANTEMOS AMOR POR NUESTRO PLANETA TIERRA


Vista de La Herradura, Coquimbo, Chile
If we did not take great pains to corrupt our nature, our nature would never corrupt us.__Clarendon

Mi Paisaje

Mi Paisaje
Playa Changa, Coquimbo, Chile
Nature is the living, visible garment of God.__ Goethe.

AÑAÑUCA: Flor Nacional de Coquimbo


Añañuca
Entre puñados de rocas diseminadas y pintadas por el tiempo. Arena de cabellos rubio, deslizándose al compás del viento. Entre rocas de colores y cordillera blanca; aparece por aquí, por allá, ella hermosa, finísima, de tímido mirar, detrás de cada peñasco como escondida, aún llorando. Sus labios carmesí susurrando palabras de amor que se van quedando enredadas en el pelillo y en las algas.
¡No llores mas, dice el cactus, hasta cuando!
Una vez llegó al pueblo, un sureño de corazón, venia con poco dinero pero con una carreta llena de ilusión.
Cansado venia, pero cantando. Tras su sueño venia, y llegando.
Añañuca, una joven del pueblo, al verlo tan re buen mozo del él se fue enamorando, y el joven a ésta no perdió el tiempo cortejando.
¡Vamos casando nos, iba diciéndole a su hija, el padre!
Fiesta de ramada cantada con tonada y cueca; entre vigüela, acordeón, y guitarra. La fiesta se fue armando. Bailaron y cantaron, y entre chicha y vino tinto; los novios arrullándose. Dos tortolitos a luna de miel yéndose.
Su joven esposo se levanto de su cama, una mañana, dando un salto. Añañuca dijo: el sueño más hermoso y más re- grande “he soñado que el oro que vine a buscar me esta esperando”
Añañuca se quedaba en lo alto de la cima, con su mano en alto, muchos besos de su boca al viento lanzando.
A su esposo, desierto vio tragándolo. Los días pasaban, pasaban, la verde pradera en amarillo se iba tornando. Los suspiros de Añañuca prontos en Azulinas flores iban quedando.
Su esposo se fue en busca de su sueño. El desierto tenía en su camino su reflejo incierto. Pasaron dos veranos dos inviernos. Añañuca enmudeció primero, luego cayo derrumbada al suelo, triste y sin aliento. Todos la lloraron. Añañuca había muerto. Pueblo entero bajando de los cerros. La dejaban en la misma cima donde vio a su amor por último.
La pira de piedras fue regada por la lluvia que caía desde cielo inmenso. Al siguiente día todo el lugar enteramente florido de una hermosa flor roja, el pueblo asombrado le llamó “flor de Añañuca"
Por: Patricia M. Araya
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Hill and valley, seas and constellations, are but stereotypes of divine ideas appealing to, and answered by the living soul of a man._E.H. Chapin

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"Que la Paz prevalezca en la Tierra"

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