EBRU DORADO
A VIOLETA PARRA
Has llegado desde los tiempos remotos, viajera de polvo de estrellas y has caído a la fontana, cunita te esperaba con los brazos abiertos y en la calidez de la mistura, de agua pura, tinte de amor y tierra, fuiste creciendo Violeta. Toda tú alma enredadera en el jardín de brillantes colores arcoíris, reflejada te fuiste fundiendo en las aguas, como una ser iluminado.
Todos tus primeros pasos, fueron guiados entre sones de guitarra, guitarrón y las dulces palabras musicales de tu yo cantor, desde ahí todos los límites, fueron quebrantados por la inquieta luz traías enredada en la larga y negra cabellera, traías como marco de tu rostro moreno.
Canciones, danza, sones, instrumentos musicales, voz de mujer cantora, se fueron en el remolino de la vida. Eras tempestad que venía asustar a su propia alma. Mujer Viola, Violeta, que quería abarcarlo todo en un segundo, y muchas veces lográndolo, siendo melodía a los oídos de tus recién nacidos, en los hermanos y amigos te dabas por entero, pero no contenta, te ibas entrelazada al pincel, a las agujas, a los hilos, donde fuiste cobijando tu espíritu aventurero.
Los bordes de la fontana te contenían, no fueron suficientemente resistentes, y construiste puentes y riberas para irte en una barquita a remos, donde la distancia fuera tu mejor amiga. Ahora ibas enmarcada en el mapamundi, las fronteras no eran excusas para desbordar los ríos contendidos en la talla de mujer resistente a los embates de los malos y buenos tiempos para lograr tus ideales.
Toda la vida fue un canción que no querías que tuviera fin, y vivir un siglo fue un difícil camino, porque el tiempo exigía persistente en tus parpados de mirada triste, y fuiste descifrando signos, dentro las profundidades de tu canto, en el rezo que ponías en el alma de tus canciones y fue así que te distes cuenta la injusticia estaba impregnada en todos los pobres, el pueblo que nunca es escuchado, solo tu halo lumínico trocó con su varita mágica a estos seres despreciados y te diste el tiempo de aunar alianzas, tejer nidos de esperanzas, con todo el colorido de tus hilos mágicos.
Todo tu ser era un gran mar que se movía al compás de las olas, y esa música venida del mismo lugar de tu nacimiento, hacían la fuerza para salir cuan gotas de oro salen saltarinas a la fase de la tierra, y tu Chillan quedo pequeño, para tan grande resplandor. El pueblo entero te vino a visitar a tu propio manantial, círculo con pedestal, donde subías a los cielos, y con los ángeles hiciste los mejores coros, que un humano sensible puede escuchar, fue tiempo de amar, divertir, para luego pleamar en las noches, mientras tratabas de dormir, contemplando las ranuras largas y estilizadas, de tu teatro hogar, donde desde ahí, podías contemplar a lo lejos tus sueños de luna.
Eras Violeta pura, aprendiendo a tallar diamantes, para luego en tus retoricas dejarlos brillar iluminando tu propio destino, el que tenías para vivir, soñar, hasta el último respiro.
Ahora tus huesos yacen en cacharritos de cerámica, donde quedaste dibujada eterna, en los colores de tu canto, en el trinar de las aves, en tu voz sinfonía perpetua, en los cientos de racimos de letras dejaste talladas por doquier, en los dibujos nos dejaste hilada tu alma. Aquella que se volvió ave transeúnte donde se fue de regreso a su nido polvo de estrella. La Violeta que se quedó cantando en los albores amurallados de su propio Ebru dorado.
Es tu tierra que te saluda en añoranza, en desazón por no cobijarte bajo sus fuertes alas y te dejo irte sin despido, sólo tú eco en resonancia queda con todos nosotros, por todos los tiempos de los tiempos.
Dejo mis humildes letras en contemplación de las tuyas como también coloreando aquella ave cantora que las inspira.
Con aprecio y gran admiración
Patricia Araya
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Fecha 08-mar-2011 21:48 UTC