
OSORNO
Una puerta pintada por indios es Osorno, un poema tallado del ayer que espera acurrucado ser leído por los que vendrán mañana, un lugar de campos verdes y pieles negras bondadoso, un tren cuyo equipaje espera en el anden junto a piedras que se yerguen para recordarnos que también el sonido del tambor vino por los ríos, que los bosques crecen inocentes y mueren cada día en manos de hombres socavados por el avance del progreso. Un cielo blanco, azul y rojo, acentuado en Septiembre como en cualquier pedazo de Chile, pero, que aquí se acrecienta con los ¡cuatro puntos buenos!, en la atajada maestra del novillo.
Así es Osorno, un espacio donde vemos madurar el trigo bajo la premura de un sol esquivo entre las lluvias del verano, donde las manos tejen el boqui, el mimbre y el tinte de lanas crudas en el copihue que adorna el manto de la mujer huilliche.
El “pangue” crece de alimento, los chilcos a la vera del camino, el notro pinta rojizo el conjuro. Carretas tiradas por bueyes aún suben y bajan las tradiciones, la música, los juegos de esta tierra barrosa que me acuna.
Osorno, dormitorio de colonias venidas de allá lejos, urdieron identidad y somos un equilibrio entre las “delicatessen” y el “milcao con chicharrones”, entre la ruca y la casita alemana de alerce indiscutida. Aquí se abrazan los mirlos, entre días de pasos urbanizados o la aventura extrema de buscar el altar del “Tata Huentellao”. Donde la inercia del invierno hace que aparezcan Brujas como esta que les escribe...mientras los ángeles se esconden en naves donde arrodilladas las otras buscan las respuestas, a la miseria, la injusticia, el hambre, los silencios...
Aquí donde las vacas no son sagradas, ellas son las que paren, crían, amamantan y comparten la sagrada hilera de nuestras vidas. Así veo a este Osorno, entre mares y castillos, entre, multitudes y los mismos de siempre, luchando por el equilibrio. Aquí donde el queltehue tiene su reino y el paralelo 40 Sur bendice el cochayuyo en invierno, sí, aquí donde la murtilla se sabe única, entre el chocolate suizo, el muday, la cazuela o los mariscos...
Este es “mi” lugar, donde pertenezco, aquí nacieron mis viejos, mis hijos, no sé mis nietos...mientras tanto, escribo sin retórica para ustedes, que sepan, que conozcan de esta cuna que también es vuestra, una ciudad que anhelo sea producto del abrazo sincero, comulgado en los afectos, donde mañana pueda ver sus rostros en este telar que no tiene nombre, pero yo he bautizado “telar cibernético”.
Dejo en vuestra mesa, los sabores y olores de esta fotografía empapada en lluvia de Enero, pulsada en el botón “acortar distancias”.
Respiren, sientan por ese día que no habrá mas fronteras y el cielo será Uno y tu hijo y el mío cobijados a la sombra de los árboles, debatan las quimeras de los hijos de sus hijos...
Con afecto de
Jacqueline Lagos.
OSORNO