Wednesday, October 16, 2013

Sueño Chamánico

(Pintura de Pablo Amaringo)
Sueño Chamánico
La montaña tiene rostro de mujer hermosa, desde su tercer ojo nace los ríos que perfilan su nariz, que cae al mar de su sonrisa, sus labios son fuego de volcán, desde sus oídos nacen los manantiales, que se vuelven aguas eternas, desde sus ojos azules se dibujan los cielos, el sol, luna, estrellas, desde su tórrida cabellera, van todos sus hijos aferrados y desde ahí se deslizan al alimento lechoso de su seno materno.
De su pálpito se escucha y se siente música suave de los tiempos, lluvia armoniosa, hontanar que corre, me deja caer en un místico trance, todo es movimiento pausado, la vida en un ir y venir.
Luz del sol alumbrando este paisaje de silencio y bullicioso latir, la escena un río como espejo detenido, y esa distancia que el ojo ve desde arriba; la mirada no se detiene en nada, solo observa, la congestión sanguínea del hombre.
El triángulo, el cuadrado de una ciudad que nunca duerme, que dejamos de escuchar, solo vemos su movimiento latente, vertiginoso, calles que se conectan y casi nunca conducen a la pirámide
Dentro de una estación de trenes, la vida continúa en círculo…allá afuera, la cuidad, con sus edificios, montaña de paredes, nombre de calles y avenidas, sigue detenida, tránsito los pasos, las horas, los hombre en constante ir, el reloj, el tiempo que pasa inexorable…el puente que espera intangible.
Vamos hacia arriba y no lo sabemos, por ahora en ascensores, luego iremos hacia arriba en un tiempo de memoria olvidada, y un día nos perderemos de nuestro paisaje habitual, habremos reconocido el lugar verdadero.
El mundo de la luz, de las tinieblas están ahí, subiendo y bajando, la escena cambia rápida a veces y lenta después, todo sucede en un abrir y cerrar de ojos
La vida es un edificio de muchos pisos, envuelta en una cinta de regalo, la sorpresa es que hacer con su contenido. Entrar, o no ingresar en su interior o decidir quedarse en sin abrir este agasajo, o, quedarse varado en el medio de la nada
Madre naturaleza, de amoroso mensaje, nos regalas el más bello paisaje, tus surcos de morena piel, interminables, se vuelve verde pálido en la distancia, y esos espejos de agua que envuelven como mantas a tu hijo el cielo azul, a ratos la densa niebla nos desdibuja árboles que parecieran no existir, estoy en este sueño de tierra verde a granel, y distantes montañas que me llaman…
No quiero regresar a la cuidad que sigue su lenta  travesía, no sé qué hacer en ese lugar, siento que no me pertenece.
Me quedo aquí cobijada en el la línea del surco, en un paisaje de campo, en el color amarillo de las mies, en el violeta azulado de las flores, en el vergel silencioso que me habla constante, en la silueta de los arboles moviéndose en la brisa, me sumerjo en el rio que va zigzagueante va abriéndose caminos, Estoy en el ocaso del sol desapareciendo tras en mar…

El viaje termina, al desprenderse el espíritu, un gemido sale del cuerpo…despierto.

PATRICIA ARAYA

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