guillaume_seignac
Mi homenaje a Alfonsina Storni
La vida nace en constante movimiento, como olas del mar lamiendo la arena y un Dios contemplando en sus manos la vida de sus hijos, como si fuera una caracola y a través de su cuerpo enroscado y el agujero deja esa hermosa concha, él mirando con su ojo mágico como bullirán los días de los seres hechos a su imagen y semejanza.
Y sos mujer, hecha de nácar color rosa desnudo, contemplando el fondo del mar, y vas a través de las olas, cuan milagro, amenizando la existencia de los peces y construyendo arrecifes, muchas veces creando poemas para no olvidar, quien eres.
El paisaje va cambiando de colores según los pasos tienes trazado caminar. La arena húmeda brilla al paso de ellos, como espejuelos de días que no volverán. La arena color desierto son los pasos dados, que van hacia el color azul de mar, desde donde provienes. Oh, tus cabellos, está hecho de ondas marinas, como tus ojos el color del profundo mar. La flor en tu oreja es el símbolo de la tierra donde respiras la vida.
Todo el territorio es tuyo, el sol en el ocaso, el mar movido por el viento, el camino serpenteando los años, y la roca más alta que una montaña, por donde has de cruzar.
A veces caen lágrimas desde tus ojos y gritas tan nítidamente que el cristal con el vino se quiebra saltan astillas de dolor, angustia y resentimiento; mezcladas con la salvia de la vid. Otras, eres una Venus que desde la bruma aparece con sus blancas alas, desnuda sobre el lecho de las nubes, meditando, en posición de desgarro y humildad humana, que se puede divisar a millas de distancia.
Sales de tu comarca y te pierdes en los brazos del amor y luego exhausta te sumerges en sueño profundo y entras nuevamente en el exilio de los sueños, donde te devuelves al mar y eres ondina.
La vida te ha pintado un cuadro maravilloso, donde miras la tarde y los barcos en el puerto detenidos a la espera de zarpar, tu estas apoyada en un bello sofá recostada sobre el, y a tu lado dos tigres dormidos yacen junto a ti.
Una gran ola a la espera, te decidas despertar, dibujado tu rostro en un gran espejo marino. Mientras los días floreciendo sobre el lecho del mar, siguen en permanencia verte pasar.
Ahora eres tú la navegante, que va, siempre va hacia el horizonte, remando con tus emociones, silencios y tu esencia de mujer. El árbol de la vida en flor, bajo un cielo azulado. Mariposas y palomas son las aves van contigo y en su compañía eres ayudada a subir la vieja montaña.
Tu rostro se vierte enigma para todos quienes pasan a tu alrededor, pero tu obedece la ley; caminar hacia el día en que las aves se vuelven negras al contraluz del sol y el atardecer caiga irremediablemente de color radiante anaranjado.
El mar abriéndose y cerrándose como un libro, y en sus páginas descrita la música que tus huellas dejaron marcadas.
Y una canción preciosa es entonada por caballitos de mar y todo se vuelve nuevamente comienzo y entras a luz de las aguas, para nacer de nuevamente y te quedas en un mar de letras, gratificando a tus noble discípulos, quienes te siguen desde la distancia en lumínica procesión.
Quien sabe que angustia te trae entre el viento y sal; eres quien llegas, Alfonsina vestida de mar.
Con admiración
Patricia Araya
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